Seinfeld, Friends, y la experiencia humana

Por Lucía Martínez

 

No es por hacerlos sentir viejos, pero ya se cumplieron 30 años de la emisión del primer episodio de la serie Friends. Muchos momentos icónicos siguen apareciendo en los reels de Instagram aunque no los busquemos. Cuando Ross y Chandler intentan subir un sofá por las escaleras del edificio, gritando la famosa palabra “pivot”. Cuando Phoebe descubre desde la ventana vecina que Chandler y Mónica están en una relación amorosa (no lo tomen como un spoiler, ya hubo tiempo suficiente para verla).
Si le preguntan a cualquiera sobre la serie que definió la década de los 90 en la televisión internacional, probablemente muchos digan que fue Friends. Pero hubo también otra comedia que se estrenó unos años antes y fue muy reconocida: Seinfeld.
¿Es necesaria la comparación?. Resulta curioso que en la superficie ambas parecen tratar de lo mismo: amigos en la ciudad de Nueva York que se visitan constantemente, lidiando con sus trabajos y amoríos, y que hacen chistes sarcásticos al respecto. Las diferencias se observan si ponemos el foco en la moral de sus personajes y actitudes que asumen al enfrentar determinadas situaciones.

Cada personaje de Friends tiene su característica personal bien definida: Mónica es la neurótica de la limpieza, Joey el actor ingenuo, Phoebe la cantante bohemia, Chandler el sarcástico del que nadie sabe de qué trabaja, Rachel la princesa apasionada por la moda y Ross el paleontólogo torpe.
Lo que los seis amigos tienen en común (además de la idílica situación de veinteañeros que pueden pagar un departamento en la Gran Manzana) es el sentido profundo y sentimental de cada uno, las ganas de progresar en todos los aspectos de la vida y hasta el deseo de sentar cabeza y formar familia. A lo largo de las temporadas se ven sus evoluciones individuales. Por ejemplo, Rachel pasa de ser una chica completamente superficial y dependiente de la tarjeta de crédito de su padre, a una joven independiente y exitosa en el mundo de la moda

Seinfeld también trata de amigos (aquí son cuatro), también en Nueva York, y también hacen bromas sobre lo desastrosas que son sus citas. Jerry Seinfeld, el protagonista, es un comediante de stand up con actitud relajada. George es el amigo inseguro al que todo le sale mal tras tomar decisiones cuestionables. Elaine, una mujer de carácter fuerte e independiente que destaca por ser brutalmente honesta. Y Kramer es el extravagante e impredecible vecino que se aparece en el departamento de Jerry sin avisar.
Sus episodios narran situaciones cotidianas: la espera en un restaurante chino donde nunca les dan una mesa, la búsqueda del auto por todos los pisos de un estacionamiento porque no se acuerdan donde lo estacionaron. Seinfeld es conocida como la serie que literalmente “trata de nada”.

El tiempo que pasamos con Friends, nos sentimos parte del grupo, empatizamos con ellos al tener momentos dramáticos y emotivos, más allá de la comicidad de las situaciones, y nos vemos reflejados en sus dilemas, sueños y fracasos. Los amigos de Friends son personajes política y moralmente correctos, representan un estereotipo de buena gente, son un modelo de lo que todos queremos llegar a hacer y tener, lo que facilita la construcción de simpatía. En sus episodios, los amigos reflexionan sobre los errores que cometieron y aprenden de ellos a modo de moraleja Tienen un final feliz donde se apoyan mutuamente luego de haber enfrentado algún desafío juntos, demostrando sus deseos de mejorar a pesar de las imperfecciones.
Si en un grupo de amigas las jóvenes espectadoras se preguntan con qué personaje femenino de estas series se perciben más parecidas, teniendo en cuenta sus conductas, dirán a Rachel, a Monica, a Phoebe, pero raramente alguna se referenciará en Elaine.

Seinfeld tiene un enfoque más irónico y menos sentimental que Friends, construyendo situaciones cómicas alrededor de los defectos y peculiaridades de sus protagonistas, sin necesariamente plantear una resolución o evidenciar algún crecimiento emocional significativo. La dinámica de la acción es individualista, con los personajes a menudo utilizando a los demás y aprovechándose de ellos para sus propios fines o intereses. No son héroes que hacen el bien y a quienes tengamos que admirar; por el contrario, son malas personas que no se arrepienten de sus actos (y son bien conscientes de ello). Encarnan a sujetos que están lejos de buscar la redención o el desarrollo personal, representando la cruda naturaleza humana en su forma más egoísta.
No hay en esta comedia momentos emotivos que los humanicen. En un episodio que trató un tema altamente sensible, la muerte de la prometida de George, pudimos haberlo visto llorar, pero en lugar de eso vimos su lado más despreciable: estaba contento porque en realidad no se quería casar por miedo al compromiso. Un momento de humor negro que caracteriza a la serie.

Friends y Seinfeld dejaron una marca indeleble en la historia de las sitcoms, cada una a través de su singular construcción de personajes y su estilo de comicidad. Friends ofrece un enfoque idealizado y emocional de la amistad, implicando afectivamente al espectador con sus personajes entrañables. Seinfeld se anima a explorar temas controvertidos que repercutieron en su momento, presentando una visión cruda y muy incómoda de sus protagonistas que hace que el espectador no se quiera asociar con ellos. Las dos propuestas capturan en conjunto la complejidad de la experiencia humana, resonando en la audiencia y haciendo reír tanto a la generación de los 90 como a las siguientes.

Lucía Martínez

Estudiante de Comunicación Social – UNR

Amante de la serie Los Simuladores y de la música