Claves para reírnos del futuro
Por Hugo Berti
Ficha técnica: Upload. 2020. Origen: Estados Unidos. Creador: Greg Daniels.
Actores: Robbie Amell, Andy Allo, Allegra Edwards, Zainab Johnson y Kevin Bigley.
El informático Nathan Brown muere tras un sospechoso accidente cuando viaja en un vehículo automático. Mediante los servicios de la empresa Horizon, la conciencia y la memoria de Nathan son preservadas en un avatar con su aspecto físico que se aloja en Lakeview, un complejo vacacional digital All Inclusive. Su novia en el mundo real tiene el control sobre su supervivencia en el mundo virtual por haber afrontado los gastos de esta eternidad. Sentimientos mutuos que crecen entre Nathan y Nora, la empleada de Upload que lo asiste en su nueva vida, abonan el desarrollo de una línea argumental que se cruza con el enigma sobre las causas de su improbable accidente.
Creada por Greg Daniels, uno de los guionistas de la versión norteamericana de The Office, Upload es una comedia romántica de ciencia ficción que por el enfoque humorístico de las situaciones dramáticas desdibuja las fronteras entre los polos distópicos y utópicos de la representación del futuro. Porque en la hibridación de géneros la evolución digital imaginada es un pretexto para esparcir ingeniosos y numerosos gags a lo largo de todos los episodios. Tanto el arco argumental dramático como la línea del enredo romántico están salpicados por una sucesión de eventos cómicos que explotan con creatividad inagotable las posibles figuraciones del progreso tecnológico.

La estrategia de hibridación de un género dramático con la comedia ha inspirado narrativas seriales que disfrutaron las audiencias televisivas de varias generaciones. En 1964 la cadena norteamericana ABC estrenó una sitcom de terror protagonizada por una familia poco normal. Los extravagantes miembros de Los locos Addams provocaban risas por la confrontación de sus personalidades y comportamientos góticos con las circunstancias de la vida doméstica.
En el contexto de la guerra fría de los años 60, surgieron las series de espías. Y mientras Simón Templar (El Santo) y la pareja de agentes de CIPOL Illya Kuryakin y Napoleón Solo perseguían delincuentes y organizaciones criminales por el mundo, Maxwell Smart (el Superagente 86), desde la agencia CONTROL -una parodia de la CIA- desplegaba su incompetencia en misiones que inesperadamente resultaban exitosas por la estimable colaboración de la Agente 99.
En 1972 la cadena CBS estrenó M.A.S.H. El género bélico que en la década anterior había concebido la serie Combate para resaltar la heroicidad de las tropas norteamericanas en la segunda guerra mundial se revestía con M.A.S.H. de comedia crítica en tiempos de la guerra de Vietnam, aunque el argumento se situaba en el conflicto de Corea. Las situaciones cómicas en medio del drama eran protagonizadas por un grupo de médicos militares en un hospital de campaña ubicado detrás del frente de combate para atender a los soldados heridos. La serie se extendió por 251 episodios durante 11 temporadas.
Los policiales procedimentales han complejizado en las últimas décadas sus narrativas con arcos argumentales que atraviesan temporadas completas y protagonistas moralmente ambiguos que tienen vidas personales desordenadas. Cuando The Killing y True Detective llegan a los puntos más altos de calidad narrativa, el detective Adrian Monk, con sus trastornos obsesivos y su extraordinaria capacidad deductiva, resuelve crímenes en cada episodio y los agentes de Brooklyn Nine-Nine deconstruyen los estilos del género en clave de humor absurdo.

El futuro llegó también hace rato para las narrativas seriadas. Las ficciones distópicas imaginan mundos probables que exacerban con consecuencias trágicas tendencias latentes en las sociedades del presente. En este siglo las configuraciones humanas intervenidas por los dispositivos tecnológicos inspiraron algunas de las historias serializadas más inquietantes. La serie Black Mirror nos muestra, en su formato de antología, las derivas pesimistas de la evolución tecnológica en los usos y comportamientos sociales.
No hay de qué reírnos en las distopías porque los escenarios prospectivos solo producen desasosiego. Pero no siempre las series se ocupan del futuro con tanta seriedad. Las ficciones audiovisuales ya han demostrado que aún las mayores desgracias humanas pueden ser representadas desde la comicidad. Las del pasado, las de ahora y las que estarían por venir representadas en el universo narrativo de Upload.

Hugo Berti
Licenciado en Comunicación Social. Docente
del seminario Análisis y crítica de series
ficcionales – UNR