La maldición familiar

Por Lautaro Morandín

 

En la televisión contemporánea, con variadas plataformas de series ficcionales que se estrenan a diario, el episodio inicial establece el tono, las formas narrativas y el universo ficcional que sostendrá el desarrollo de la serie, introduciendo al espectador desde el primer minuto en las reglas para mirarla. El capítulo piloto funciona como un microcosmo que encapsula las intenciones narrativas y estilísticas de la obra. Este es especialmente el caso en series que exploran el drama familiar, donde los vínculos emocionales entre los personajes y las dinámicas internas se despliegan en toda su complejidad.
Las narrativas seriales han sabido expandir los límites de los géneros, mezclando temáticas y explorando nuevos territorios narrativos. La maldición de Hill House, creada por Mike Flanagan, narra la historia de los hermanos Crain, quienes enfrentan los traumas de su infancia en la misteriosa mansión Hill, un lugar marcado por sucesos sobrenaturales, habitado por fantasmas que continúan impactando en sus vidas adultas. Alternando entre dos líneas temporales -el pasado, cuando la familia vivía en la mansión, y el presente, donde lidian con las secuelas emocionales de aquellos años-, la serie equilibra desde la primera escena el terror clásico con un análisis profundo de las relaciones familiares.

El episodio piloto titulado Steven ve un fantasma, focaliza la trama de la miniserie en Steven. El mayor de los hermanos ha capitalizado las experiencias paranormales de otros a través de su carrera como escritor, aunque permanece como sin darse cuenta de los eventos que marcaron su propia vida. A través de esta figura, se introducen las tensiones familiares que definen el eje emocional de la serie, destacando la conflictividad de los vínculos entre los hermanos y la distante presencia paterna.
Una regla se establece de forma clara: en La maldición de Hill House el espectador se va a asustar, pero no solo por los fantasmas, sino porque va a ir descubriendo los motivos de los problemas que atraviesan a los Crain. Steve enfrenta tensiones con Shirley por haber lucrado con su historia familiar, teniendo una discusión que deja ver la tensión familiar desde los primeros minutos de la serie. Theo, introvertida, se mantiene reservada, como ajena al resto, con raras formas de relacionarse. Los mellizos Luke y Nell lidian con los efectos más visibles del trauma y en breves diálogos se advierte la conexión sobrenatural entre ellos. Luke lucha con su adicción, mientras Nell, emocionalmente frágil, se convierte en el centro del misterio al morir en circunstancias extrañas. Lo terrorífico, las alucinaciones, instalan enigmas sobre las relaciones de los personajes que se van a ir revelando a lo largo de la narrativa.

En una familia inicialmente unida durante su paso por Hill House comienzan a surgir tensiones. Olivia, la madre, muestra signos de fragilidad mental, mientras que Hugh, el padre, aunque intenta proteger a sus hijos, se muestra distante. El peso del pasado y los eventos en la mansión quiebran las relaciones en el presente y marcan las normas para mirar la serie: el pasado y el presente se van a ir entrelazando dando respuestas a los enigmas, definiendo así el modo en que se van a ir develando los misterios propuestos por la trama. El episodio inicial utiliza la muerte de Nell como catalizador para revelar los conflictos internos y las heridas emocionales. La maldición de Hill House equilibra el desarrollo de sus personajes con el suspenso, mostrando que el verdadero terror radica tanto en los fantasmas como en los vínculos rotos de una familia.
El primer episodio de la serie de Flanagan sirve para establecer personajes complejos y sus conflictos -marcando así el drama familiar como eje-, y lo hace adaptando sus estrategias narrativas al género y al tono: el terror psicológico. Instala una ambigüedad central que atraviesa toda su narrativa: el origen del miedo no solo se encuentra en los eventos sobrenaturales sino también en las dinámicas familiares. Así, el drama familiar se convierte en una dimensión principal, aunque está envuelto en un marco genérico de terror. Esta tensión permite explorar temas como el duelo, el trauma, y la herencia emocional, estableciendo un vínculo entre el horror y la experiencia humana relacionada con la familia. Comparada con otras series que abordan explícitamente el drama familiar, como Six Feet Under, Parenthood, Succession y This Is Us, La maldición de Hill House demuestra que las emociones y conflictos familiares pueden ser tan perturbadores como los elementos fantásticos. La serie no sólo redefine el género de terror, sino que amplía sus horizontes, colocándolo como un vehículo para abordar los desafíos y fracturas de las relaciones familiares.

La maldición de Hill House define en el primer capítulo un misterio central que impulsa tanto la narrativa como el desarrollo de los personajes: la muerte de Nell. Este evento trágico está intrínsecamente ligado a los conflictos familiares y al trauma compartido por los Crain: pensemos en la llamada que hace Nell a toda la familia antes de ir a la Mansión Hill a suicidarse (dejando ver los vínculos familiares), o los hermanos se levantándose todos al mismo tiempo en el momento en el que ella muere (mostrando la relación “mágica” entre ellos).
La constante hibridación entre el pasado y el presente es un enfoque que permite al espectador conectar causa y efecto a lo largo del tiempo. En This Is Us, un recurso similar se emplea para explorar cómo los eventos pasados moldean las relaciones y decisiones presentes de los Pearson, pero mientras que allí los saltos temporales sirven para generar sorpresa y cerrar arcos narrativos, en La maldición de Hill House intensifican la sensación de fatalismo que tiene la narrativa. La idea de que el pasado es una fuerza ineludible se refuerza en el piloto con las apariciones sobrenaturales, que funcionan como muestras explícitas de los traumas emocionales de los personajes.
Desde el inicio de Hill House, el espectador ve la desintegración de las relaciones familiares, marcada por reproches y resentimientos que reflejan las heridas del pasado. Las peleas entre Shirley y Steven dejan ver que en el presente él es un mal hermano, pero en escenas del pasado aparece como un buen hermano mayor, entonces ¿qué pasó en el medio? El contraste entre su escepticismo por lo fantasmagórico y la fe de sus hermanos en lo sobrenatural resalta las diferencias entre ellos. Como en Six Feet Under, el duelo y el trauma no solo separan a los personajes, sino que también los obligan a enfrentarse a sus propios demonios internos.

La mansión Hill es un espacio físico que simboliza el peso de la herencia familiar. No solo es el lugar donde ocurrieron los eventos traumáticos de su infancia, es también una presencia constante que sigue afectando sus vidas como adultos, como un personaje más. Esta idea de la casa como una extensión del trauma también está presente en Six Feet Under, donde la funeraria familiar funciona como un recordatorio constante de la muerte y las responsabilidades que vienen con ella. Sin embargo, mientras que la casa en Six Feet Under es un espacio de reconciliación y redención, la mansión Hill es un lugar de destrucción y pérdida.
A pesar de sus elementos sobrenaturales, La maldición de Hill House comparte desde el comienzo elementos narrativos con las series dramáticas familiares en general. Historias que exploran las complejidades de las relaciones humanas, mostrando cómo los lazos familiares pueden ser tanto una fuente de apoyo como de conflicto. En Parenthood, los Braverman enfrentan desafíos cotidianos como la crianza y las tensiones matrimoniales, pero las decisiones del pasado continúan influyendo en sus relaciones presentes. De manera similar, en La maldición de Hill House, los Crain están atrapados en un ciclo de culpa y resentimiento que refleja cómo los traumas no resueltos pueden perpetuarse a lo largo del tiempo. Si Parenthood aborda estos temas desde una perspectiva optimista y realista, La maldición de Hill House los explora a través de una lente más oscura y metafórica, utilizando el terror como la forma para externalizar los miedos y ansiedades de los personajes.

El terror actúa como un resorte para el desarrollo del drama familiar, amplificando las tensiones entre los personajes y revelando sus vulnerabilidades más profundas. La escena del episodio piloto en la que Steven descubre el cadáver de Nell no solo establece el tono de la serie, también sirve como un punto de inflexión para los personajes, obligándolos a confrontar su desconexión emocional y a reunirse después de años de separación. Como en This Is Us, los eventos trágicos, como la muerte de Jack Pearson, funcionan impulsando a que los personajes piensen sobre sus relaciones y crezcan emocionalmente, cambien. Pero mientras This Is Us se centra en la reconciliación y la esperanza, La maldición de Hill House enfatiza la inevitabilidad de la ruptura y el deterioro.
La maldición de Hill House demuestra que el drama familiar puede ser el centro de una narrativa incluso en géneros tradicionalmente asociados con el terror. Las relaciones entre padres e hijos, hermanos y generaciones son temas universales que trascienden las barreras genéricas, y en este caso es eso lo que más miedo da. Como señala Mittell, las narrativas seriales exitosas logran combinar elementos familiares con innovaciones genéricas para ofrecer experiencias tanto emocionalmente resonantes como narrativamente intrigantes. En este sentido, La maldición de Hill House expande las posibilidades del terror televisivo y se inserta en una tradición más amplia de exploración de la familia como el centro de las narrativas humanas.

Lautaro Morandín

Licenciado en Comunicación Social., casi graduado.

Ayudante de cátedra, voluntario en ONG, viajero y maratonista de series.