El Eternauta sin contexto
Por Hugo Berti
Ficha técnica: El Eternauta. Origen: Argentina. Creador: Bruno Stagnaro
Actores: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Mora Fisz, Claudio Martínez Bel y Orianna Cárdenas
La serie El Eternauta reclama una mirada sin paratextos, sin intertextos, sin contextos. Encontrarnos con El Eternauta desnudo, despojado de lecturas ideologizantes y prejuicios. Hagamos de cuenta que no leímos la historieta, ni entrevistas ni críticas ni publicaciones en la redes. No sabemos quién fue Héctor Oesterheld. No escuchamos el slogan Nadie se salva solo. Estamos frente a la pantalla mirando una serie que narra la historia ficcional de un grupo de amigos que tiene que sobrevivir en la Buenos Aires del siglo XXI a una nevada mortal, cascarudos gigantes y una amenaza alienígena incierta.
¿Qué está pasando? nos preguntamos con los protagonistas cuando vemos morir a la gente que es tocada por la nieve y enseguida nos alineamos con Juan Salvo para buscar a su hija. El enigma crece hasta alcanzar su momento de máxima tensión en el espectacular capítulo cuarto, cuando descubrimos que un ejército de cascarudos tiene tomada la ciudad. Hasta entonces la estrategia de los supervivientes plantea algunos dilemas morales remanidos, miserias humanas típicas del imaginario apocalíptico y la afirmación reparadora de que Salvo es el bien. Todo ello transcurriendo en un escenario de angustiante belleza fotográfica que nos muestra a Buenos Aires como nunca la vimos, aunque algún plano nos remite a la desolación reciente de la pandemia.

Cuando la nevada cesa se restablece el precario equilibrio que sucede a la crisis, pero la felicidad será tan efímera como en una telenovela. El relato gira sobre el final hacia el drama bélico y queda suspendido en un monstruoso cliffhanger y un efectivo impacto emocional.
El Eternauta es una serie argentina y los autores se empeñan en señalarlo. Las marcas de argentinidad que le dan color a la narrativa por momentos saturan y hasta parece un desprecio al espectador global. Hay ideas que se celebran: los autos viejos funcionan y las soluciones tecnológicas retro sirven para enfrentar a un enemigo invisible.
Que el protagonista de esta historia sea un señor adulto mayor no es relevante. Darín está bien, no importa si es una concesión de marketing. Cuando una máscara sólo deja ver los ojos es acertado que sean los de Darín. Las actuaciones del resto del equipo son irregulares. Algunas líneas del guión, en particular de las discusiones que preceden a las decisiones individuales o grupales, no contribuyen al lucimiento de los actores. El rol secundario de las mujeres, débil en lo argumental, es sobrellevado con solvencia por Andrea Pietra. Carla Peterson y Orianna Cárdenas, con distintos registros, no logran superar la insignificancia de sus personajes.

La banda sonora funciona generando efectos emotivos en tres niveles, como una acentuación redundante de la localización del relato, como un guiño generacional y como soporte de la narrativa. A veces sólo logra los dos primeros.
En El Eternauta hay ideología, pero no la idealizada en las lecturas políticas, ni la que declaman los productores. Lo ideológico en El Eternauta, igual que en cualquier producto cultural, se esparce como una capa gaseosa de significados por la textualidad audiovisual, constituyendo sentidos heterogéneos y no necesariamente coherentes. Por supuesto, cualquier interpretación es admisible. Pretendimos abstenemos aquí de hacer alguna consideración explícita en esta dimensión, la ideológica. Tal vez igual lo hemos hecho.

Hugo Berti
Licenciado en Comunicación Social.
Docente del seminario Análisis y crítica de series ficcionales – UNR