Bienvenidos a Westworld

Por Camila Ruiz Díaz

 

El mundo de Westworld es introducido en el episodio The Original como un entorno cuidadosamente diseñado que mezcla elementos del western clásico con la ciencia ficción, creando una dicotomía entre lo antiguo y lo futurista. El parque temático en el que se desarrolla la historia está poblado por androides «anfitriones», cuya función es proporcionar una experiencia inmersiva a los visitantes humanos. El inicio de la serie describe la perfección de estos anfitriones, pero también deja entrever grietas en su programación, sugiriendo que su aparente docilidad puede estar en riesgo. Esta introducción ya plantea preguntas filosóficas profundas sobre la naturaleza de la conciencia y el libre albedrío, temas que se explorarán a lo largo de la temporada.
Los personajes principales se presentan con una mezcla de familiaridad y misterio. Dolores (Evan Rachel Wood) es una inocente habitante del parque, pero desde los primeros minutos, el personaje muestra indicios de una complejidad mayor. Sus diálogos repetidos y su comportamiento programado contrastan con los momentos en los que parece cuestionar su realidad, insinuando que hay más en su existencia de lo que se ve a simple vista. Esta estrategia es clave en la narrativa de Westworld, que juega con las expectativas del espectador haciendo que se cuestione continuamente lo que es real y lo que es artificial.

Los humanos que visitan y controlan el parque, como el Dr. Ford (Anthony Hopkins) y Bernard Lowe (Jeffrey Wright), son figuras de poder que tienen sus propios dilemas morales. Ford es el genio creador detrás de los anfitriones, un personaje que parece tener un control absoluto sobre su creación. Sin embargo, las conversaciones entre Ford y Bernard indican que incluso él podría estar lidiando con las consecuencias imprevistas de su obra, lo que añade una capa de complejidad y ambigüedad a su rol en la serie.
Una de las características notables de Westworld es su estructura narrativa no lineal. Desde el primer episodio se emplean flashbacks, cambios de perspectiva y escenas que se repiten con ligeras variaciones, todo con el propósito de desorientar al espectador de manera intencional. Este tipo de narrativa obliga a los espectadores a estar atentos, cada detalle podría ser clave para entender la historia en su conjunto. Esta complejidad narrativa es una de las marcas distintivas de la serialidad moderna, diseñada para una audiencia que disfruta descifrando tramas complicadas y que se involucra activamente en el proceso de interpretación.

El uso de narrativas múltiples y entrelazadas también sirve para desafiar la percepción del tiempo y la realidad dentro de la serie. Las repeticiones en la rutina diaria de los anfitriones, como el despertar de Dolores o su interacción con Teddy (James Marsden), son presentadas de tal manera que parecen ser parte de una historia lineal. Sin embargo, a medida que avanza el episodio inicial, se revela que estas escenas están ocurriendo en diferentes momentos y bajo diferentes circunstancias, lo que añade capas a la narrativa y subraya la manipulación del tiempo como un recurso estilístico clave en la serie.
El episodio comienza la historia in media res, dejando que los detalles del pasado y del funcionamiento del parque se revelen progresivamente. Esta elección estilística es efectiva para comprometer al espectador, al mismo tiempo que le deja espacio para ir descubriendo las reglas del mundo de Westworld por sí mismo.
Westworld establece un mundo complejo y una narrativa multifacética, y también formula una serie de preguntas filosóficas que sirven como motor para la trama. Desde el comienzo, se plantean cuestiones sobre la moralidad de crear vida artificial, la definición de la conciencia y las implicaciones del libre albedrío en un entorno controlado. Preguntas que se presentan como enigmas que se irán desarrollando a lo largo de la serie.

El piloto de Westworld toca temas relacionados con la ética y la explotación, especialmente en la manera en que los visitantes interactúan con los anfitriones. Estos últimos son utilizados y maltratados sin consecuencias aparentes, lo que siembra controversias morales sobre la naturaleza humana. La idea de que los anfitriones puedan desarrollar una conciencia propia y rebelarse contra sus creadores añade una capa de tensión y anticipación a la narrativa, haciendo que el espectador se cuestione constantemente las acciones de los personajes humanos y sus implicaciones.
Westworld ejemplifica las funciones educativas e inspiradoras de un piloto en una serie de televisión compleja. A través de una estructura narrativa intrincada, la introducción de personajes multifacéticos y la presentación de temas filosóficos profundos, la serie no solo captura la atención del espectador, sino que también establece un modelo a seguir para los episodios futuros. Westworld enseña a sus espectadores a ver más allá de la superficie, a cuestionar las realidades presentadas y a comprometerse con una narrativa que promete ser tanto desafiante como gratificante.

Camila Ruiz Díaz

Estudiante de Comunicación Social – UNR
Ama las novelas románticas y los gatos