Autoría, adaptación y ficción científica

Por Hugo Berti

 

Ficha técnica: El problema de los tres cuerpos. Origen: Reino Unido, Estados Unidos. Creadores: David Benioff, D. B. Weiss y Alexander Woo. 
Actores: Jess Hong, Eiza González, Jovan Adepo, John Bradley, Benedict Wong, Rosalind Chao, Saamer Usmani, Liam Cunningham, Alex Sharp,
Sea Shimooka y Zine Tseng. 

El lanzamiento de El problema de los tres cuerpos vino precedido de una campaña cuyo principal reclamo publicitario era la autoría: una serie de los creadores de Juego de tronos.  Las notas de prensa expandieron el concepto explicando que el crédito creativo de David Benioff y D.B. Weiss era compartido con el guionista Alexander Woo, quien ya había escrito 12 episodios de True Blood.

En la industria cinematográfica la autoría de una película se reconoce en la figura del Director, responsable tanto de las decisiones relacionadas con la realización audiovisual como de la calidad de la representación escénica en su conjunto. La autoría de las series de televisión pone al frente de las propuestas ficcionales a los guionistas, quienes ocupan roles protagónicos en la construcción de las narrativas. La acreditación de un guionista como creador de la serie supone que no solo asumió la jefatura de la sala de escritores sino también el control integral del producto.

El marketing del cine utiliza el prestigio de algunos directores como valor de marca, aún de aquellos que por la heterogeneidad de su obra no permiten distinguir constantes temáticas, de estilo o de recursos narrativos. Christopher Nolan, Greta Gerwig, Wim Wenders y Yorgos Lanthimos son ejemplos vigentes de estas estrategias.

Los paratextos de una serie antes de su estreno direccionan las expectativas de su consumo, aunque lo que podíamos esperar de un producto de los creadores de Juego de Tronos no tuviera una forma precisa y fuera más bien un deseo de experimentar las mismas sensaciones que estimularon las luchas por el poder en los siete reinos.

La ejecución de un padre en un acto público frente a su hija en la primera escena de El problema de los tres cuerpos envía a la trágica muerte de Ned Stark en Juego de Tronos, pero el impacto difiere por la entidad narrativa de las víctimas y debilita la asociación. El camino de hacer analogías entre estas series será infructuoso y las comparaciones, si caben, desventajosas para El problema de los tres cuerpos. Un protagonista que muere, un evento espectacular como el fileteado criminal con nanofibras de un barco lleno de niños, algún dilema moral, pocos puntos de contacto entre el impresionante relato coral de la fantasía medieval y la amenazada humanidad de los cinco de Oxford. La presencia en común de tres actores (John Bradley, Liam Cunningham y Jonathan Pryce) confirma el talento en sus interpretaciones, aunque ahora con personajes menos complejos.

La referencia a la novela de Liu Cixin constituye otra de las promesas que anticipaban la llegada de la serie. El problema de los tres cuerpos forma parte de la trilogía del escritor chino titulada en conjunto El recuerdo del pasado de la Tierra, por lo que cabe esperar que la serie continúe con la adaptación de su continuidad. Los seguidores de la obra literaria de Liu Cixin polemizaron en torno a la transformación de los caracteres étnicos de los personajes, los escenarios territoriales de la trama científica y la representación de la China de la revolución cultural maoísta sin paralelos con la moderna China actual.

Una tercera premisa de lectura de El problema de los tres cuerpos es el género. Si la ciencia ficción se considerase una mala traducción del inglés science fiction, la correcta sería ficción científica. Es la etiqueta más apropiada para esta serie, la emparenta con otras narrativas seriales como Westworld, al mismo tiempo que la distancia, por ejemplo, de Battlestar Galactica.
El Problema de los tres cuerpos es una ficción científica pre-apocalíptica. La humanidad está en peligro, una civilización alienígena más desarrollada que la nuestra viaja para invadirnos y llegará a la Tierra dentro de 400 años. Si esto fuera todo, no encontraríamos líder en nuestro planeta que se preocupe por algo que podría ocurrir dentro de cuatro siglos. Pero para lograr su objetivo los alienígenas tienen que obstruir ahora el avance científico de los humanos, y lo intentarán con la ayuda de unos seguidores dispuestos a darles la bienvenida. “Vengan, no podemos salvarnos, los ayudaré a conquistar este mundo” dice el mensaje que Ye Wenjie envía en 1977 desde China a los Sin Ta. El único cliffhanger efectivo de la serie.

En un marco de actuaciones convincentes, aún en los episodios finales cuando el argumento científico ficcional tensiona la credibilidad, destacan la actriz neozelandesa Jess Hong componiendo a uno de los cinco físicos de Oxford que pondrán sus cerebros al servicio de la supervivencia de la especie humana y Zine Tseng interpretando a la joven china que fue testigo de la ejecución de su padre y emitió la llamada.
Los enigmas narrativos que la serie siembra en los primeros episodios se resuelven en exposiciones verbales durante los capítulos siguientes o se dejan a la deriva como si fueran parte de la decoración, tal vez para ser rescatados en próximas temporadas. La física ficcional de El problema de los tres cuerpos se nutre de proyecciones basadas en estados actuales de la ciencia combinadas con procesos y objetos que recrean el imaginario científico: videojuegos inmersivos de realidad virtual, congelamiento para suspender la vida, propulsión nuclear, nanofibras, sofones, deshidratación y rehidratación de los cuerpos. La disposición de estos elementos en las dos líneas de tiempo, el pasado y el presente, demanda un espectador atento que debe por momentos hacer un esfuerzo para no abandonar el pacto de verosimilitud del género.

Hugo Berti

Licenciado en Comunicación Social. Docente
del seminario Análisis y crítica de series
ficcionales – UNR